martes, 14 de noviembre de 2023

La estación de Salvador

 
























Emiliano Trujillo Sánchez 

Para un Raskolnikov cualquiera

 




Ésto, algún tiempo atrás, fué publicado.
Al pié del texto que aquí presento da inicio una serie de capturas que le hice a la revista digital que publicó una parte de éste ensayo - resúmen. Consideré apropiado exponer dicho trabajo en su totalidad. Mas, reitero, quien desee cerciorarse de la autenticidad de mis afirmaciones (publicaciones previas) puede, si lo desea, ver ésto mismo (hasta cierto punto) en otro (¿mejor?, más respetable?) marco de contemplación..., ¡PROYECCIÓN!
   




 
Para un Raskolnikov cualquiera

Pesado resumen y humilde análisis de Crimen y castigo de F. Dostoyevski

Emiliano Trujillo Sánchez

 

“El hombre que no lee no tiene ninguna ventaja sobre el que no sabe leer”

Mark Twain

“No sobreviviré a la muerte de mi idea fija”

F. Dostoyevski

Carta a su hermano Mijaíl a propósito de su primera novela (Pobres gentes) antes de que fuese publicada  

I

A primera vista y llegando a conocerme bien, seguramente y con razón se me considere el hombre más inculto, ¡vulgar!, en que pensarse pueda. Mi lectura no es nada fluida; constantemente debo regresar al comienzo de un párrafo, toda una página puesto que una palabra u oración, algo proveniente de la obra me arrebata de la sintonía que reemplazo por proyecciones que duran tanto como lo que se requiere durar viendo la misma página de un libro hasta verse indiscutiblemente ridículo; como enajenado en la idea de ser la fotografía o la estatua de alguien que, si, está leyendo – hay una de Salvador Garmendia en Barquisimeto; ha de ser escalofriante sentársele al lado -. Sin embargo, por penoso y reticente que me resulte, leo mucho. Lo hago para escribir medianamente bien cuando nuestro insólito universo me hace sentir en la obligación de hacerlo. Por otra parte… hay gente pretenciosa; gente que, declamando sandeces, pretende ser culta. Hay quienes dicen tener como base las conversaciones que, ¡bebiendo!, sostuvieron con tal o pascual creador. Ciertamente de tales conversaciones no refieren otra cosa que el nombre de aquel con quien sosteníanlas. Asimismo aparecen los hijos; gente “indudablemente” culta puesto que su padre o madre fue, es…, no pocos carecen de lectura, conocimiento de la obra de sus propios padres. No obstante, son sus hijos, indudablemente cultos. Inevitable saga de éstos son sus amigos: gente culta puesto que al oir el nombre del autor se complacen en decir: “Yo conozco a sus hijos”.

Engrosa – sin completarlo – engrosa nuestro inútil, pretencioso inventario una irritante criatura que, ora bebiendo con el autor, ora no haciéndolo, ora siendo amigo, enemigo o un completo extraño para los hijos de algún célebre creador; ¡siendo lo que fuere!, rara vez, ¡nunca!, pega la cara de un libro desde su inicio hasta el final. Mas, por la forma en que habla incluso de lo que no sabe, clara evidencia muestra de su imperante necesidad: que su sabiduría sea reconocida. Es ésta misma persona la que, al ver a alguien leyendo, desvanecida ante la actividad que jamás realiza aunque mucho pretende hacerlo, desvanecida ante tal imagen, haciendo acopio de las fuerzas que convergen en el diseño de su petrificada sonrisa de maniquí, le aborda con la siguiente pregunta:

“¿Te gusta mucho leer?”

 

 

 

 

II

Reconstrucción de los hechos.

 

 Raskolnikov, el ex estudiante de derecho…, después de empeñar su reloj en casa de “la vieja usurera”, tiene un encuentro en un bar con “un funcionario alcohólico”. El encuentro se prolonga hasta la casa del funcionario donde lo espera su esposa para, delante de los tres niños y Raskolnikov darle una tunda al marido borracho. Tal encuentro resulta imprescindible para los posteriores acontecimientos relatados en esa historia. Camino a la casa del funcionario éste le habla de su hija mayor (Sonia) que se ha prostituido para "ayudar en algo"…, seguidamente Raskolnikov recibe una carta de su madre en la que ésta le pone al corriente de los hechos narrados a continuación: su hermana (Dunia) trabajó como institutriz en una casa de familia donde el marido de la patrona (Svidrigailov) manifestó “interés” en ella. Sin aclarar bien qué pasó entre ellos su madre le cuenta que la patrona prendió una mecha contra Dunia, se dedicó a difamarla en todo aquel villorrio, haciendo que explotara en sus caras una situación de “desprecio comunitario” que hubo de resolverse cuando el marido de la patrona asumió haber sido él quien se pasase de la raya, quedando Dunia absuelta de las acusaciones por las que la patrona (Marfa Petrovna), se disculpó públicamente con ellas y luego se dedicó a destruir al marido contando la historia en casa de otras “distinguidas vecinas”. Le cuenta que Dunia se comprometió con un señor que se las va a llevar San Petesburgo y que por la posición que ocupa podrá ofrecerle a él (Raskolnikov) un trabajo…, ésta carta indigna terriblemente al futuro asesino de la mujer de la casa de empeños (Aliona Ivánovna), ahora su frustración se compone de: Estar moroso, luego una pelea en la calle con un viejo borracho que quería abusar de una jovencita igualmente ebria, misma que por lo raído de la ropa resultaba evidente que ya habían abusado de ella y la idea de que su hermana se va a casar por conveniencia más de él (Raskolnikov) que de ella, para ayudarlo, esa es la idea que más lo revienta y se pone a cavilar sobre la similitud que tiene la prostitución de Sonia, la hija del funcionario alcohólico (Marméladov) (cabe destacar que es por medio de éste último que Dostoyevski expresa su preocupación por el epidémico alcoholismo que azotaba la Rusia pre – soviética; preocupación que, posteriormente, no dejaron de expresar autores de la envergadura de Gorki y Korolenco. Presúmese que el alcohol, funcionaba para el zarismo como un dispositivo de condicionamiento operante, una herramienta de embrutecimiento, enajenación, sometimiento de los pobres. Cualquier parecido con la actualidad…)… Sonia, a la que aún no conoce pero la tiene en mente y compara su situación con la que será la situación de su hermana, prostituyendo su vida entera por la protección de un marido mil años mayor que ella…, estas cavilaciones lo van frustrando mientras camina. Busca un sitio a las afueras de la ciudad y ahí se queda dormido, soñando con su infancia. Sueña que anda con su padre y de una taberna salen unos borrachos que se empiezan a montar en una carreta y a hacer que una yegua desnutrida tire de ésta y, riendo a mandíbula batiente, le aumentan el peso hasta matarla… de regreso a la ciudad, en la puerta de una casa de familia ve a Lisabeta ( hermana de la mujer de los empeños), y recuerda al oficial y al estudiante que hablaban de ella y de lo beneficioso que sería para la humanidad matar a la vieja y usar el dinero en obras benéficas - esa escena del estudiante y el oficial debe ser la primera escena de la película, que termine en un contraplano de Raskolnikov en relación a los otros dos en la otra mesa, para que se sepa que los estaba oyendo -. Así, pues, el haber visto a Lisabeta y que el haberla visto le recordase a estos dos hablando, Raskolnikov lo interpreta como “una señal”. Necesario resulta destacar que Raskolnikov, recientemente, publicó un artículo en el que plantea su inquietud acerca de aquellos a quienes les está permitido matar puesto que sus fines llevan históricas connotaciones (Napoleón/ Bolívar) y aquellos que también quisieran hacerlo y no pueden puesto que no cuentan con la justificación histórica necesaria, plantea su inquietud acerca de la similitud que existe entre un dios bélico de la humanidad y un vulgar asesino (ambos matan y aunque uno no lo haga por el bien, por la vida de mucha gente, está matando igual que el otro, el anónimo, el loco que no será absuelto por ningún contexto histórico), ese es su planteamiento. Roba el hacha y comete el homicidio. Lamentablemente Lisabeta viene llegando y también a ella le llega la mala hora…, el robo resulta infructífero, la vieja debía tener 3000 rublos en algún lado pero él solo consigue los objetos empeñados y tras una larga tensión, pués viene gente a la habitación y sin saber que él está ahí con los cadáveres llaman a la puerta, la cual no pueden abrir por el pistillo que está pasado, mas, precisamente por ello, saben que hay gente; de lo contrario ¿cómo va a estar pasado el pistillo?, además “la vieja no sale nunca”, los dos hombres que se han empeñado en tocar la puerta bajan las escaleras para ir en busca del portero. Él aprovecha y sale pero en el piso de abajo tiene que volver a esconderse en una habitación que está siendo remodelada. Mientras los otros suben, escapa, y sin darse cuenta deja caer una prenda de la que posteriormente se acordará ya que un pintor queda incriminado (ese fue el barullo que escuchó al esconderse en el piso vacío, dos pintores ebrios que bajaron las escaleras sin saber qué pasaba, uno de ellos encontró la prenda y se la guardó), escapa, deja el hacha en el sitio del que la robó y se va a la habitación, ahí duerme hasta el día siguiente en que al despertar se apresura a esconder todo en un hueco en la pared. Seguidamente la criada del edificio le notifica que está citado a la estación de policía, citación a la que acude contando con su fatal detención. Sin embargo, se trata, sencillamente, de una denuncia de la patrona por el dinero que le debe, solo eso, pero el agitado ambiente de la estación termina haciendo que se desmaye. Al despertar del desmayo vuelve a la habitación y de inmediato saca de ahí los objetos, va y los esconde bajo una piedra, en un patio y de ahí no saldrán hasta que todo se acabe, ya no se trata del robo, es el homicidio el que camina con él de ahora en adelante…, luego de esconder las cosas acude a ver a Razumijin, el amigo estudiante que no poco se sobresalta con su golpeada y corta visita, luego vuelve a la habitación donde cae en un delirio que le dura cuatro días.

Al despertar a los tres días (con vagos recuerdos de gente que ha estado entrando y saliendo de la habitación) se encuentra a Razumijin en compañía de un comerciante que por encomienda de su madre le da entrega cierta suma de dinero. Sigue durmiendo unas horas más y al despertar se encuentra con que Razumijin ha ido a comprarle ropa y zapatos nuevos. Llega Zozimov (el médico), mientras Raskolnikov sigue acostado ellos hablan del crimen cometido días atrás (hablan de que uno de los pintores quedó implicado en el homicidio: los que hicieron el barullo bajando las escaleras cuando él estaba escondido. Razumijin refiere que han de ser unos genios para haber matado a la vieja y haber montado esa escena de desentendimiento de lo que había pasado). Llega, entonces, el señor Luzhin (prometido de Dunia, a conocer al cuñado), sostiene cierta conversación con los tres: temas de política y economía pero Raskolnikov termina riñéndole y el hombre se va indignado y tras la acalorada discusión termina pidiéndole violentamente a todos que lo dejen sólo. De inmediato se viste, sale a la calle y termina en un bar hablando con Zamétv (uno de los policías que estaba en la jefatura) hablando del crimen, pues la paranoia lo hace sentir seguro de que sospechan de él e iracundo se pone a decirle al policía que un asesino inteligente escondería las cosas debajo de una piedra y no las buscaría en años…, el policía se queda frío y él se va. Al salir se encuentra con Razumijin quien le increpa por haber salido enfermo, le dice que se venga con él a la fiesta que dará para estrenar su nuevo apartamento, pero Raskolnikov se niega…, sigue caminando… primero va a la habitación de la vieja en un arrebato de locura y en presencia de dos pintores que están remodelando la habitación se pone a exigir que se la alquilen y el alboroto llega a la calle. En la entrada hay dos hombres, el portero y “el hombre del batín” que al oírle y verle exigir de aquel modo febril esa habitación, lo corren de ahí. Continúa su caminata un rato hasta que ya avanzada la noche ve como atropellan a Marméladov (el funcionario alcohólico) y por tener dinero del que le envió su madre le hace trasladar moribundo hasta su casa donde su esposa rompe en llanto y en iracundas imprecaciones al mismo tiempo y envía a Polechka (la hija pequeña) en busca de Sonia quien llega momentos antes de que su padre muera. Es la primera vez que Raskolnikov la ve. Los vecinos se amontonan en la puerta, la esposa del funcionario sigue gritando, Raskolnikov termina dándole todo el dinero que carga encima y se va. Cuando se está retirando es llamado por Polechka, la niña, que por encargo de su hermana Sonia le pregunta cómo se llama y dónde vive, él se lo dice y sigue su camino sintiéndose aliviado puesto que la niña lo bendijo, sintiéndose más humano.

Va a la fiesta de Razumijin donde lo encuentra ebrio pero dispuesto a acompañarlo a su habitación en la que al llegar encuentra a su mamá y a su hermana. El encuentro con ellas también resulta reñido, hablan sobre lo sucedido en casa de Marfa Petrovna que recientemente falleció, el resto de la conversación es acerca de ese matrimonio arreglado, pero su hermana le riñe porque eso no la convierte en ¡una criminal!; “Yo aún no he matado a nadie” le dice…,. Es el caso que entre la discusión del matrimonio y las interminables preguntas acerca de qué le pasa, ¿por qué parece un loco?, también a ellas termina diciéndoles que se vayan…,. Razumijin las acompaña a sus habitaciones en el otro edificio, las deja ahí y les promete que volverá con noticias esa misma noche. Vuelve a su casa en busca del doctor Zózimov y se lo lleva; primero van donde Raskolnikov para chequearlo, luego van donde las dos mujeres a tranquilizarlas y regresan a la pensión de Raskolnikov donde se quedan a pasar la noche en casa de la patrona. Zozimov en una habitación dentro de la casa y Razumijin en la cocina. Por la mañana Razumijin está avergonzado por su comportamiento de borracho enamorado la noche anterior (en lo referente a Dunia), sale a buscar a las dos mujeres y las trae a la habitración de Raskolnikov. Al llegar, Zozimov ya está con él y éste se encuentra de buen ánimo, empiezan a hablar, mas, vuelve a encolerizarse al oírles decir que Luzhin había enviado una nota diciéndoles que él (Raskolnikov) había estado por la noche en casa del funcionario y que le había dado todo su dinero a una prostituta (Sonia)…,. Sonia posteriormente llega la habitación a agradecerle por su ayuda, él se la presenta a quienes están ahí. Sonia le dice que su madrastra la envió para invitarle al banquete fúnebre que tendría lugar al día siguiente, se retira muy apenada. En la carta que envió Luzhin calumniando a Raskolnikov les refiere a ambas mujeres que no lo quiere ver en la reunión que tienen programada para comer a lo cual ellas se niegan y Raskolnikov queda invitado por su madre y su hermana a ir a comer con ellas en compañía de Razumijin. Raskolnikov tiene algunas palabras con Sonia a la que alcanza al salir del edificio, luego cada uno sigue su camino, Sonia es seguida hasta su casa por un hombre que no había aparecido sino por referencias: Svidrigailov (el marido de la fallecida MarfaPetrovna, la patrona de Dunia cuando trabajaba como institutriz) éste se ha venido a San Petesburgo a buscar a Dunia pero eso se esclarece más adelante, cuando sigue a Sonia no sabemos quién es y la sigue porque alquiló una habitación junto a la de ella. Raskolnikov por su parte va con Razumijin a casa de Porfiri Petrovich, el policía que lleva el caso de la mujer asesinada, esto se debe a que Raskolnikov, sabiendo que ese policía es incluso pariente de Razumijin le pide que lo lleve a verlo para recuperar el reloj que él había empeñado en casa de la vieja. Al llegar encuentran a Zozimov. El policía le dice que en lo referente al objeto solo necesita llevarle a la comisaría una carta firmada diciendo que el reloj le pertenece, mas, empieza a tocar otro tema…

 Resulta que Raskolnikov tiene “un artículo publicado” referente al tema del crimen. Es en esta conversación donde se sabe que el asunto del homicidio ya es un tema recurrente para el ex estudiante, se trata de un artículo sobre el conflicto humano entre “condenados” y “condecorados” por matar, referente a los hombres a los que “todo les está permitido” debido a los fines que persiguen (LOS DIOSES BÉLICOS DE LA HUMANIDAD), obviamente la inquietud del policía por este tema despierta en Raskolnikov una nueva paranoia de estar bajo sospecha sin que se lo digan y sus respuestas empiezan a ser sarcásticas, irritadas (efectivamente, ya Petrovich lo tiene en la mira, pero de esto se sabrá más adelante). De ahí se dirigen a la habitación de la madre y la hermana, pero Raskolnikov decide no entrar y pese a la protesta de Razumijin, lo deja ahí y se vuelve a su habitación; quiere chequear que no se le haya pasado por alto alguna prenda tirada por ahí. No hallando nada, se dispone a salir a la calle otra vez pero en la entrada hay alguien que lo está buscando porque el portero le dice: “Ese es”. Al preguntar qué pasa ve cómo “el hombre del batín” se va. Raskolnikov lo sigue para, luego, ver y oir cómo le grita en medio de la calle: “¡ASESINO!”, después de ésto continúa siguiéndolo sin saber qué decirle, hasta que lo deja irse y vuelve a la habitación, en shok. Se acuesta a dormir y oye a Razumijin y a la criada diciéndole que lo deje dormir, luego aparece Svidrigailov y así nos enteramos que después de la muerte de su esposa se ha venido a San Petesburgo a buscar a Dunia, le informa a Raskolnikov que su esposa (la fallecida Marfa Petrovna) les dejó a su madre y a su hermana tres mil rublos en su herencia, que los recibirán en cualquier momento y le refiere su interés en una reunión con Dunia para la que le pide a Raskolnikov que sea mediador, éste se niega y lo despide de la habitación, seguidamente se va a casa de su madre y hermana donde le aguardan ellas en compañía de Razumijin, solo falta Luzhin que al llegar pone tenso el ambiente, cuando Raskolnikov dice que recibió la visita de Svidrigailov refiere lo de los tres mil rublos que les dejó Marfa Petrovna en herencia, inmediatamente Luzhin dice que él también lo sabía e iba a hacérselos saber lo antes posible, luego viene el tema de ¿qué más habló con él? Y Raskolnikov dice que lo hablará en privado con su hermana, esto ofende a Luzhin el cual, de un modo patético, empieza referirles a Dunia y la madre que él había decidido casarse después de aquel escándalo y que lo menos que podían hacer es mostrar gratitud por su benevolencia. Dunia, desbordando indignación, abruptamente rompe aquel compromiso. Luzhin queda estupefacto ante esa ruptura que no tendrá vuelta atrás, además que estando Raskolnikov y Razumijin que gusta de Dunia, se retira… bastante humillado…,. Es la última vez que estarán todos juntos; Raskolnikov por poco mata de la impresión a la mamá y a la hermana diciéndoles que se tiene que ir, Razumijin trata de detenerlo pero él le dice en el pasillo que se tiene que su partida es impostergable, que las cuide – es la locura en que se ve inmerso lo que hace de Crimen y castigo una obra irreprensiblemente pacifista. Su rechazo a la madre, la hermana, a Sonia…, a toda manifestación del afecto que, sintiéndose un monstruo, cree no merecer, es todo lo anterior un rechazo al romanticismo con que las artes perfuman el homicidio; claro ejemplo de ello son las miles, millones de entradas que vende cualquier película donde se sabe que va a correr sangre. Obviamente a nadie le gustaría ver la película del crimen que se cometió en su propia casa y es posible que la ira reprimida por la humanidad a propósito de tanto criminal, tanto crimen impune, sea precisamente la razón de que lo malos debidamente afrentados atraigan tanto sosegado espectador de su afrenta. La industria fílmica norteamericana maneja perfectamente bien esa fórmula; maneja, también, la fórmula de proyectar a quien en la vida real, por parecerse al de la película, pueda ser considerado el malo, de modo que haya en la calle no solo quien esté de acuerdo con la brutal ejecución de quien por su similitud con el villano que conspira para destruir el mundo, lo merece; además, tal propaganda, curiosamente similar a la propaganda nazi, como una sutil, mas, altamente eficiente fórmula de reclutamiento, genera ciudadanos dispuestos a llevar a cabo la ejecución. Crimen y castigo no genera debates acerca de si quien fue asesinada lo merecía o no (si acaso a Lisabeta, la hermana de la Usurera, se le concede una total inocencia), tal y como lo plantea en la locura de Ivan Karamazov, autor intelectual de la muerte de su mal padre; lo que verdaderamente importa es la oscuridad en que se abisma quien, fuera de todo lineamiento legal (aún pretendiendo ser El súper hombre del que habla Nietzsche, a quien su estructura de valores, su sentido de justicia social, no sin razón, autoriza a lo que, posteriormente, no solo él, también sus seguidores, hallarán correcto), quita una vida. A no ser que se trate de un monstruo, a quienes diseña, también con maestría, garantiza, como un axioma, el absoluto desvanecimiento de todo el sentido que pueda tener la vida propia; locura, prisión o la muerte, como un axioma -.

  Lo primero que hace es ir a ver a Sonia y tras una larga conversación teológica (ella era amiga de Lisabeta, la hermana de la vieja y ésta le regaló una biblia donde Raskolnikov le hace leer la historia de Lázaro) tras esa larga conversación le dice que si vuelve mañana le dirá quién es el asesino, lo que no sabe es que en la habitación contigua está escuchándolo Svidrigailov que como hemos dicho antes, hállase alquilado ahí…, a la mañana siguiente Raskolnikov va a la policía por “el asunto del reloj”, pero con lo que se encuentra es con un juego psicológico con el que Porfiri Petrovich pretende volverle loco para que él mismo confiese. Tiene escondido detrás de una puerta a “el hombre del batín”, el que le dijo asesino en la calle, ese hombre va a testificar el haberlo visto haciendo un escándalo exigiendo alquilar ese cuarto, pero el interrogatorio se extiende y cuando Porfiri Petrovich lo ha perturbado suficiente como para considerar que verle la cara a este testigo le causará un susto tal que confesará, sucede entonces que traen a un hombre que se está entregando por ese homicidio, uno de los pintores que estaba remodelando cuando Raskolnikov llegó diciendo que quería alquilar ese cuarto…, esto deja perplejo a Petrovich que ahora ni siquiera puede mostrarle a quien está detrás de la puerta, pero le dice que volverán a verse, que eso no se ha acabado… de ahí se va a la comida fúnebre…antes de que llegue Raskolnikov, Luzhin, que se hospeda en la misma pensión, está en su habitación conversando con el hombre con quien la comparte (Andrei Zemionovich) y Luzhin interrumpe la conversación para pedirle a Andrei que haga pasar a Sonia pues quiere mandar con ella el mensaje de que no puede asistir a la comida fúnebre por unos compromisos, que se disculpa por ello y le entrega, discretamente (casi en secreto) diez rublos en tanto miserablemente audaz, le siembra 100 rublos. En el banquete fúnebre ya está Raskolnikov y eso no terminará bien. La viuda del funcionario empieza a desahogar una ira resentida en contra de todos los ahí presentes; ella tiene una manía por el tema de la aristocracia de la que proviene y habla de lo farsantes que son todos ahí, sin excluír a la patrona; “gente sin linaje” y no sé qué. Todo esto deriva en un violento intercambio de palabras entre la patrona y la viuda, escándalo que viene a ser interrumpido por Luzhin. Este último viene a reclamar el billete que acaba de sembrar. Al aparecer el billete parece que no hay salvación para Sonia, pero Andrei Zemionovich se aparece y le acusa de ruin, de haberle puesto ese billete porque él lo vio y no le dijo nada creyendo que lo hacía por caridad y no para hacerle daño, a esta defensa se suma Raskolnikov diciendo que ese señor era el prometido de su hermana hasta anoche cuando ella rompió el compromiso y que ya les había enviado una carta diciéndoles que él había estado aquí dándole dinero a una prostituta, a Sonia, para desacreditarlo con su madre y su hermana y que esto no era más que otra artimaña para afianzar su punto de las malas costumbres que dice que tiene Sonia y tratar de reanudar el compromiso que le rompieron en la cara…y aunque no hay pruebas para estos testimonios Luzhin sale de ahí derrotado, Sonia también se va y Raskolnikov se va detrás de ella y la encuentra en su casa donde termina confesándole lo del crimen… en eso llega a casa de Sonia, Andrei Zemionovich para avisar que la patrona votó de la casa a Katerina Ivanovna (la madrastra de Sonia, la esposa de Marmeladov, la que estaba dando el banquete en honor de su esposo y empezó malamente a desahogarse con todos hasta desencadenarse la tempestad con Sonia y los 100 rublos. Esta escena fue muy emotiva, la señora defendió a su hijastra a capa y espada, fue súper emotiva la escena anterior a ésta en que retomamos…) con los tres niños, y ella ha perdido el juicio y anda por la calle haciéndolos bailar y cantar y pidiendo dinero. Sonia sale corriendo a buscarla, Andrei y Raskolnikov se van detrás de ella y la encuentran en una trágica escena de locura pública mofada por una turba (“un corro”, según la traducción) de toda clase gente estrechándose en torno a ella, ésto deriva en que se desplome inconsciente. La llevan a casa de Sonia donde por fin muere…, es ahí donde Svidrigailov vuelve a hacer acto de presencia y le dice a Raskolnikov que él se encargará de los gastos funerarios, que le dará dinero a Sonia, pondrá a los niños en un orfanato y por su parte, mejor aprenda a conducirse conmigo porque escuché detrás de la puerta la confesión que usted le hizo a esa muchacha, esto último para Raskolnikov representa un cambio muy violento…,.Vuelve a su habitación donde recibe la visita de Razumijin que entre otras cosas le dice que Dunia recibió una carta que la ha tenido preocupada pero no sabe de quién es, ella no lo dice…,. La carta le fue dirigida por Svidrigailov, delatando la situación de su hermano…, esa es la última conversación que tiene con Razumijin en libertad plena. Falta Porfiri Petrovich, el policía, éste le visita para decirle que sabe que ese pintor no es el asesino; se entregó…, es el criterio que maneja y le comparte el funcionario,… se entregó porque es ¡un fanático!, quiere ser mártir de Babilonia con o sin culpa, pero él no lo hizo. Exhorta a Raskolnikov a entregarse, a no ser cobarde…, las reflexiones del policía en esta conversación resultan harto interesantes, llaman a la reflexión pero ya las conoceremos cuando se haga la película, la última visita es de Dunia, por quien Raskolnikov sabe que efectivamente la carta es de Svidrigailov y el conviene con ella que entregarse es lo que debe hacer. Se despiden en la calle, Raskolnikov deambula por ahí, y avistando a Svidrigailov en un establecimiento se dirige hacia su última conversación con él también. En esta conversación le advierte que aunque haya oído la confesión y pueda denunciarlo, si se acerca a Dunia, él (Raskolnikov) lo matará. Cuando salen del establecimiento y se separan en la calle, Svidrigailov se reúne con Dunia en su habitación, ahí le muestra la puerta detrás de la cual escuchó la confesión que su hermano le hizo a Sonia. Su idea es seducirla con la ayuda que puede darle a Raskolnikov. En esta conversación se aclara lo que pasó en casa de Marfa Petrovna. Svidrigailov le dice que sabe que ella se sentía atraída por él a lo que ella responde que ¡eso no importa!, le aclara muy bien que ni siquiera lo ve como un ser humano, que sabe que fue él quien envenenó a su esposa, que él mismo le había dicho que había mandado buscar el veneno con que la mataría para irse con ella…sorpresivamente muestra intención de violarla y ella saca un arma, el arma de Marfa Petrovna puesto que siempre la había tenido. Él le dice que dispare y ella lo hace, dos veces, ninguna de las dos veces lo mata y aunque puede disparar una tercera tira el arma al piso dándole a entender que prefiere ser objeto del crimen que cargar con él pero que no lo quiere, que no puede quererlo ¡SÁDICO!..., esto desmoraliza por completo al hombre que le dice que se vaya de inmediato y esa tormentosa noche se va a casa de una prometida de quince años que tiene a las afueras de la ciudad, se excusa con los suegros porque debe ausentarse y les da 10000 rublos y les dice a ellos y a la niña que volverá pronto, de regreso se queda en una posada donde pasa la noche soñando, primero sueña con una niña en un féretro, se trata del recuerdo de una niña que él violó y ella se suicidó, luego cree despertar pero aún en la pesadilla sale de la habitación y encuentra a una niña de 5 años afuera, toda mojada y la mete en la habitación, le quita la ropa y la acuesta y la niña empieza a sonreír perversamente, como incitándolo, quedando de manifiesto su patología de violador, una alucinación de que es la mujer la que lo llama a hacerle daño. ¡Despierta!, era todo una pesadilla. Está amaneciendo, toda la noche diluvió y él se va caminando sin saber a dónde y termina metiéndose un tiro con el arma de su difunta esposa, la que recogió del piso después que Dunia la tiró. Resulta curioso que después del mismo hecho perturbador (¡el mismo!) se suicida también Nicolás Vsevolodovich en Los demonios. Por dicho, literario, patrón el mismísimo Sigmund Freud presumió que se trataba de una confesión que el maestro, atormentado, se forzó a realizar en dos de sus obras más portentosas.

Raskolnikov amanece en la calle, empapado. Había pensado en lanzarse al río, mas, no pudo así que corre a ver a Sonia quien es el último impulso que necesita (por sentirse amado por ella) para ir a entregarse.

...

III

Esposas, amantes de maestros, resultan igualmente pretenciosas y ya que bastante patanería, estupefactas, han de presenciar, simplemente se les concede… en su casa o donde sea que las lleven a lucirse. Eligieron bien o tuvieron suerte de ser elegidas; no podrían imaginar el haberse creído los cuentos de algún cuentero que bien seguro estuviese del éxito de su obra, mismo que al no ser alcanzado, fatalmente, trocárase en la desilusión que pretendiese ocultar montando en cólera por cualquier cosa excepto por aquella obra inédita que secretamente veía como a un ser querido en quien dolió mucho haber perdido la fé. Y aunque, por fortuna, la obra, inanimada, espera y al ser retomada, revisada, trabajada, nada recrimina, ello no obstante, creyendo en él, ella lo consideró su proyecto, su obra en proceso, misma que, no solamente fracasó, se encolerizó, también; nada festejó, mas, puso la torta.

En lo concerniente a un servidor. Hasta hoy he sido un servidor de ideas que me usan para expresarse, mas, no un servidor o, más propiamente dicho, un colaborador de publicación alguna. Es fácil hacer entender a una que otra figura pública (burocrática) involucrada en el área de la cultura, que no se aspira al reconocimiento de la propia obra para ser su amigo; es fácil que lo entiendan, lo difícil es que no se molesten. Soy íntegramente revolucionario; nada que, para mí, genere un beneficio, puede no beneficiar a otros. No aspiro ser una figura reconocida por las brillantes figuras con quienes sea visto…, espero ser influyente para un autor anónimo a quien conozca en la calle, ¡frito, pegado al sartén!, caminando esa tristeza expresada en sus papeles, su mundo portátil repleto de rudas y tradicionalmente mal pagadas faenas soportadas por amor a quien se piensa llevar a vivir en un palacio que flota sobre las nubes, mismo que tradicionalmente es derribado por la tristeza, la frustración, la ira que produce no poder alcanzarlo, siendo ésta última la causa de una espiral vertiginosa de atropellos y enmiendas, de un atropello por el que no habrá enmienda que valga y, en efecto, una separación por la que se verán fantasmas, lóbregos corredores a cuyas márgenes habrá, apostados, numerosos maniquíes con escalofriantes sonrisas petrificadas… y habrá que ver…,. Quiero publicar, ser influyente para un Raskolnikov cualquiera que decida creer en su idea fija, más aún si ésta, con algo de la ayuda que todos en algún momento necesitamos, sobrevive.                    

11 de agosto de 2020

 




Contra Picao

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