VERÓNICA
(Fragmento de la novela inédita: MI SOFÁ CALLE)
Emiliano Trujillo Sánchez
“Soy un personaje único y singular que nadie conoce”
Salvador Garmendia
Los pequeños seres
… un relato en apoyo a cualquier ley que penalice el estrangulamiento. No necesariamente hay que ser afro – norte – americano para ser, también, objeto de un procedimiento que, responsabilizándonos por ello, calificamos de cobarde, sociópata.
Bien podría ser (ha sido) que (por ejemplo) a un malandro, en una nota, se le pase la mano. Mas, tratándose de efectivos policiales e incluso paramédicos por quienes alguna poderosa institución debería responder, ¡pues que responda! Está bien que se le aplique una llave a un desquiciado que a su propio pana, por la nota, lo sofocó hasta matarlo, mas, ¿cualquiera que sabe hacer eso a cualquiera puede hacérselo?, ¿puede un sociópata, camuflado en su insignia (cualquiera que ésta sea) estrangular a cualquier paisa en la calle, en su casa o en la institución a la que es trasladado?. Son preguntas capciosas; por supuesto que, si quieren, pueden. Pregúntale a la historia: tal es la vida desde su inicio. No hay puta ni troglodita que no olfatee la voluntad que ha muerto o la que debe morir. Asimismo, no hay en éste mundo ni una mínima posibilidad de detener la evolución. La vida, inteligente, inexplicablemente organizada, se expresa. Ni el último aliento carece de significado.
…
…Si te agarran…- jadea - la cagada-
Va llevado por una fuerza que no es suya, una decisión involuntaria le ha metido en problemas y no se trata precisamente del problema que representa ir corriendo por las calles de La Pastora con las manos atadas, realizando con éstas un movimiento similar al de los brasileños cuando ganan el campeonato mundial de fútbol. La adrenalina con la que va corriendo requiere de todos los movimientos de un cuerpo que involuntariamente va dándolo todo; cada mano, cada brazo, por medio de las amarras, tira del otro y, valga la redundancia, el movimiento se asemeja al de quien mese a un bebé en sus brazos o al de quien realiza un movimiento similar festejando que junto al resto de su equipo ganó el campeonato mundial de fútbol profesional. En las piernas siente un desmayo momentáneo pero sigue. Parece mentira, ciencia ficción, pero su actual situación no es el mayor problema en el que va pensando. Mientras dobla las innumerables esquinas de la parroquia, luego de correr otra cuadra desconocida, no sabe a dónde va y lo peor es que si la fuga no resulta exitosa estará metido en serios problemas. Siendo el peor de éstos que no puede siquiera imaginar lo que le harán allá si lo atrapan, no piensa en ello, la conciencia de que el castigo será terrible, inimaginable, salta en una fracción de segundos a la idea crucial: Corre…si te agarran…la cagada…, empieza a sentirse agotado. La energía invertida en la carrera no le rinde fruto alguno; las amarras junto al frenético movimiento de futbolista victorioso son prendas que esa mañana del 23 de Enero de 2006 nadie dejará de ver e inmediatamente gritar: Allá va!, Agárralo!..., las contadas veces que se ha detenido a soltar las amarras, inmediatamente ha debido reanudar la pesada marcha, a través de otra callecita, directamente hacia otra esquina. Nunca había pasado, y años después, pensando en ello, sabe que nunca más pasó por una situación en que la convicción de no dejarse vencer haya sido tan frenética.
Se les había zafado minutos antes. No lo sujetaron al bajar del taxi, se fueron adelante y la contemplación del intento era inevitable. Lo inesperado fue la decisión de intentarlo. Al hacerlo, vió a uno de los dos enfermeros corriendo, el otro también empezó a correr, pero justo detrás de él así que no lo vió como al otro que a los pocos metros tropezó y el cuerpo entero se le fue hacia el pavimento sin que tuviese tiempo de interponerle las manos a aquel, seguramente doloroso, impacto, similar a la desgracia de que, por arte de magia, una pared se le hubiese aparecido en el camino. El sonido fue seco: PLAF! Y el prisionero en fuga aceleró. Aquello le dio la esperanza que momentáneamente perdía debido a la persecución que el otro enfermero había continuado. Por el veloz avance que llevaba, vió como a su campo visual se acercaba una Picot blanca estacionada a la orilla de la calle, a cuyo conductor, que se estaba bajando, el otro enfermero le lanzó una súplica ahogada.
- ¡A-gá-rra-lo cha-mo! –
El prisionero en fuga no se detuvo, no podía ver al enfermero pero escuchó su perturbador tono de ahogado, semejante al de quien está a punto de llorar y aún así dice, grita lo que piensa, lo cual hizo que el fugitivo sintiera, como un latigazo en la espalda, la profunda ira que le venía siguiendo. Con su movimiento de futbolista victorioso sigue corriendo. El hombre de la camioneta no tarda en decidir que los argumentos del perseguido pesan más que los del perseguidor:
- No te metas chamo, ¡No te metaaaaaaas!!!!!-
Instintivamente retrocede, mostrando inclusive las manos que no meterá en el asunto.
Ha llegado al momento en que comenzó ésta narración. Al segundo enfermero también lo perdió, pero el caído se levantó y las pocas veces que se ha detenido a quitarse las amarras lo ha visto a cierta distancia y nuevamente ha echado a correr, está exhausto.
2- Verónica
Hace varios días, probablemente semanas que no fuma marihuana. Decidió dejarla y nunca sabrá si aquella decisión se hubiese mantenido sin necesidad de encierros. Es Sábado 21 de Enero, no lo sabe, pero el Lunes vendrán por él. Mientras no lo sepa ocurrirán algunas cosas de las que nunca se podrá olvidar. Es Sábado en la noche y está con unos amigos en un cyber cuyo dueño viajó a Chile y el encargado, un amigo, se ha estado tomando la libertad de quedarse hasta tarde y dejar las máquinas libres “para los panas”. Está en una sala del chat de CANTV, conversando con quien dice ser una mujer llamada Verónica, quien le ha estado insistiendo en que no lo conoce ni le parece prudente asistir al encuentro que él se afana en proponer.
“Pero es que no te conozco papá”
Su persistencia cambia de tiempo y espacio. Es Domingo por la tarde en la plaza Altamira, justo donde y cuando acordaron verse. La ve salir al rellano en busca de una expresión que la esté buscando también. Se trata de una negra espectacular, de baja estatura, pantalones holgados, a cuadros, una cinta tejida alrededor de un afro no convencional; no se trata de una voluminosa cabellera esponjada sino de pequeños bucles compactos adornados con la cinta, debajo de la cual, una amplia sonrisa queda fotografiada en la cara del feo que al verla sonreír hace lo mismo en lo alto de la escalera que ella termina de subir pudiendo ser que la sonrisa de quien la espera le haya inspirado confianza. Es muy bella y a él, evidentemente le alegra verla, puede ser que no obstante haber hecho la cita por internet, su cara embobada a ella le genere confianza. Este pasaje de la historia, parece mentira, ciencia ficción, pero es más triste que la misma persecución. Por ahí mismo hay un Mc Donals donde sirven capuchinos, él no le hará daño a Verónica, le invitará un capuchino y mientras se bebe el suyo le hablará de muchas cosas, no parará de hablar y ella sabrá que él no está bien, tiene problemas de los que no cesa de hablar y ese problema que no cesa, el monólogo psicótico que a ella no le da miedo pero le hace buscar la mejor forma de decirle que ya debe irse. Nunca la olvidará, es muy bella en su memoria. Llega de noche a la casa, la euforia de esos primeros días en sobriedad le hace limpiar el cuarto.
- Fui a conocer a una chama en Caracas mamá, la conocí por internet y quedamos de vernos hoy, es linda…-
Mañana vendrán por él.
3- Telón
La carrera ha terminado. Al enfermero que logró perder, no lo vé, pero al que se cayó y se levantó lo tiene al frente con los brazos abiertos. La carrera ha terminado para el loco que de un salto intenta reanudarla y de inmediato siente la mano del enfermero enganchándose al cuello de la franela y tirando de éste con rabiosa fuerza, lo último que le oye decir mientras le rodea el cuello y empieza a estrangularlo es:
- Ven acá coñoemadre-
Ambos caen al pavimento y la intención del enfermero es desmayarlo, pero el intervenido se niega a perder la conciencia. Inyectados de sangre, los globos oculares brotan de sus cuencas mientras hace un desesperado intento por liberar el aire aprisionado en la tráquea.
- Suél- ta- me por- fa- fooooooorgrgrgrgrgrgrgrgrgrgrgrgrgrgrgr-
Ésta no será la última vez que lo encierren, pero, años después, llevará años de haber salido por última vez de ahí, considerando que la única razón lógica para su retorno sería el deseo que alguien tuviese de censurar sus textos y películas. No lo sabe, cree en Dios y en la perfección de sus designios para el lugar y momento de toda carrera, no sabe si en su futuro hay un manicomio, pero maneja la plena seguridad de que por consumir drogas y alcohol, como cada día desde hace algunos años, hoy tampoco será.
Se acuerda de Verónica sonriendo al pié de la escalera. Le entristece no saber su apellido, podría localizarla por face book. Se pone triste, porque dos caballeros persiguiendo a un hombre, cual si de un animal asustado tratárase, teniendo éste la fuerza necesaria, no terminarán la carrera con su conciencia libre. Pero recordar la sonrisa de una mujer que terminó desilusionada, eso sí que duele.
El 23 de Enero de 2006, tempranito, en La Pastora, Caracas Venezuela, entró al manicomio, conteniendo el llanto.
